Antecedentes

Los últimos años han visto una influencia creciente de las empresas y los intereses privados en las nuevas tecnologías, que se introducen en la sociedad sin una evaluación real de qué son, cómo funcionan, quién las financia y cuáles pueden ser sus impactos. Estas dos preocupaciones principales inspiraron en Latinoamérica la unión de distintos grupos y activistas para formar TECLA en 2016.

El nombre completo de TECLA significa Red de Evaluación Social de Tecnologías en América Latina. La red reunió a una variedad de personas y grupos en todo el continente para evaluar tecnologías nuevas y emergentes que pueden afectar a las personas y al medio ambiente.

El proceso que condujo a la creación de TECLA comenzó varios años antes. Parte de su trayectoria está relacionada con la colaboración entre las organizaciones y comunidades que trabajan contra los OGM. En México, una amplia red de campesinos y organizaciones de la sociedad civil convergieron con científicos y agrónomos interesados ​​en denunciar los impactos del maíz transgénico; en Ecuador la gente formó la Red por una América Latina Libre de Transgénicos (RALLT); en Paraguay y Argentina, las víctimas del glifosato de los monocultivos de soya se unieron a través de su trabajo para resistir a las amenazas a su salud y al medio ambiente en el movimiento Comunidades Fumigadas. Estos grupos y otros en Latinoamérica exploran la posibilidad de apoyar los esfuerzos de los demás.

El Grupo ETC en Latinoamérica a menudo participaba en estas colaboraciones; en este contexto, más allá de los OGM, también compartió información sobre otras soluciones tecnológicas propuestas que plantean riesgos para la sociedad, como la nanotecnología, la geoingeniería y la biología sintética. Este nivel de intercambio de información fue inédito en Latinoamérica. El Grupo ETC comenzó a liberar información sobre nuevas tecnologías que circulaba principalmente entre académicos e industria, poniéndola a disposición de todos y abriendo el terreno para que la sociedad civil y los movimientos populares iniciaran una discusión más amplia sobre las implicaciones de las tecnologías emergentes.

¿Tecnología madura o remiendos técnicos? 

TECLA distingue entre tecnologías maduras, cuyo desarrollo implica evaluaciones de impacto ecológico y participativo durante un período de años o incluso siglos, y la imposición por parte de las industrias, con la colaboración o indiferencia de las autoridades, de los remiendos técnicos, que son “arreglos técnicos rápidos”: un intento por dar “solución” a un problema por medio de puras acciones tecnológicas, sin una evaluación amplia y social de los problemas adicionales que podría causar.

A través de su integración a TECLA, los miembros comenzaron a plantear preguntas más amplias y generales sobre lo que era común en las campañas activas en la región latinoamericana: 

  • ¿Qué tienen en común las campañas contra los transgénicos con otras campañas, por ejemplo, contra los agroquímicos, en defensa del agua, contra la contaminación, etc.? 
  • ¿Qué une las luchas urbanas con las rurales? 
  • ¿Qué tienen que ver las tecnologías de vigilancia con las personas que padecen cáncer?

Los participantes de TECLA que habían planteado preguntas sobre tecnologías particulares comenzaron a trabajar hacia una crítica general de los tecno-arreglos.

En lugar de anticiparse a analizar problemas específicos por separado, los grupos se unieron para identificar problemas relacionados con toda el espectro de tecnologías potencialmente desastrosas que se pretendía imponer a la región latinoamericana en su conjunto.

Además de identificar puntos en común entre varias luchas, los grupos que se unieron para formar TECLA identificaron un problema importante con la gobernanza internacional en torno a las nuevas tecnologías. En particular, encontraron que el principio de precaución, un principio legal que requiere el ejercicio de la cautela cuando el conocimiento científico sobre una nueva tecnología es incierto y existe una amenaza de exposición al daño por parte del público, se desgasta cada vez más.

Incluso en los debates existentes sobre tecnología a nivel mundial, la industria, las corporaciones y el sector privado presionan con éxito para que sus tecno-arreglos favoritos se coloquen en el centro de los discursos globales. La influencia de estos grupos de presión provoca cambios en el lenguaje utilizado en torno al principio de precaución. En lugar de usar un lenguaje directo e inequívoco, que aboga por la precaución con tecnologías que pueden no ser seguras, las corporaciones han tenido éxito en sus intentos de erosionar el lenguaje para conseguir que las políticas de precaución sean eliminadas o enmascaradas. Sobre la base de la regulación llamada “caso por caso ” (case by case), pretenden individualizar los problemas y de esta forma distraer la atención del análisis amplio, social y político de los colectivos y organizaciones; en la práctica, esto abre paso a la industria para avanzar en el despliegue de tecnologías no evaluadas.

Justicia cognitiva y ciencia popular 

Durante las últimas tres décadas, académicos y grupos de base en Latinoamérica han desarrollado un poderoso proceso de diálogo, que tiene un enfoque especial en los derechos de los movimientos populares, pueblos indígenas, comunidades campesinas y urbanas. La justicia cognitiva está en el centro de este enfoque. El concepto tiene sus raíces en el principio fundamental de que los sistemas de conocimiento distintos de los que surgen de la epistemología occidental, deben ser reconocidos y son extremadamente valiosos. TECLA permitió, por tanto, entablar diálogos con base en la igualdad. Los científicos pueden participar en la evaluación crítica de tecnologías junto con los pueblos indígenas, los jóvenes, los movimientos urbanos populares y otros cuya experiencia proviene de sus propios sistemas de conocimiento y experiencias de vida.

El surgimiento de TECLA coincidió con el desarrollo de este diálogo continuo, lo que permitió la formación de colaboraciones con científicos críticos, médicos, matemáticos, genetistas moleculares y lingüistas que estaban abiertos a las luchas sobre el terreno. Por lo tanto, TECLA pudo formar alianzas con diversos grupos, como abogados y movimientos de salud en todo el continente. Por ejemplo, el movimiento de salud que incluye a médicos, químicos, epidemiólogos y toxicólogos en Argentina, (que tienen un historial de lucha por los derechos de las personas afectadas en las plantaciones de soya en el sur de Latinoamérica, que han contraído cáncer y padecen altas tasas de mortalidad) ya estaba trabajando en la evaluación de la agroindustria, las fumigaciones, la contaminación del suelo, la salud de los cultivos y los animales y participó en el juicio contra Monsanto. El movimiento ya practicaba la divulgación científica y pasó a formar parte importante de la red TECLA.

Semillas Terminator: Una evaluación social de la tecnología

El primero de los procesos de evaluación tecnológica de TECLA se centró en la historia de la controvertida tecnología Terminator, desarrollada por criadores financiados con fondos públicos en el Departamento de Agricultura de EE. UU., y Monsanto: las primeras patentes fueron descubiertas por grupos de la sociedad civil en 1998. También conocida como “semillas suicidas”, la tecnología Terminator estaba destinada a modificar genéticamente las plantas para producir semillas estériles y evitar que los agricultores guarden y reutilicen las semillas cosechadas. Nunca se introdujo. En el año 2000 fue anulada mediante una moratoria de facto, que incluía las liberaciones experimentales, en el Convenio de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica. En ese momento, gigantes genéticos como Syngenta y Monsanto tenían patentada la tecnología y estaban interesados ​​en su introducción, sin que los desarrolladores evaluaran sus riesgos o consideraran sus posibles impactos sociales y ambientales.

Las organizaciones de la sociedad civil (OSC) y los movimientos sociales llenaron este vacío en la evaluación de riesgos, emprendieron su propia evaluación de Terminator y comunicaron sus impactos a un público amplio y a los formuladores de políticas. Los grupos de la sociedad civil concluyeron que Terminator restringiría la capacidad de los agricultores para producir alimentos y destruiría sus prácticas de selección y conservación de semilla, un conocimiento perfeccionado a lo largo de 10 mil años. La campaña ganó impulso rápidamente. Pronto, grandes instituciones agrícolas como la Organización de Las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Consorcio de Centros Internacionales de Investigación Agrícola (CGIAR) rechazaron la tecnología Terminator y se impuso una moratoria en el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD por sus siglas en inglés) en el año 2000. La campaña contra Terminator fue un éxito por muchas razones, una fue la narrativa y el enfoque. La palabra “terminator” fue acuñada por el Grupo ETC y sus aliados en lugar de la definición técnica dada por el CBD (primero llamado TPS, Sistema de Protección de Tecnología, y más tarde, GURTS, Tecnología de Restricción de Uso Genético). Con el tiempo, la propia Monsanto llegó a llamar a esta tecnología “terminator”, palabra que ilustra el objetivo de destrucción de la vida y el peligro que representa para el medio ambiente, la cultura y el sustento de los pueblos. 

El proceso de lucha contra Terminator fue una combinación de este esfuerzo concertado para dar forma a las narrativas junto con el cabildeo en diferentes niveles, incluso en foros internacionales como el CBD; movilizar a agricultores, organizaciones de pueblos indígenas, movimientos sociales, científicos y fitomejoradores públicos; crear materiales sobre Terminator y traducirlos a varios idiomas locales y, lo que es más importante, adquirir la ciencia correcta y esforzarse por lograr evaluaciones técnico-legales precisas sobre la tecnología y las reivindicaciones de patentes. Estos esfuerzos legitimaron a las OSC como fuentes de información confiable sobre la tecnología y sus potenciales impactos.

Terminator resultó ser un ejemplo típico de una evaluación social de tecnología que tuvo un impacto directo en un proyecto que era de gran importancia para la industria y que pretendía introducirse a nivel global. TECLA escribió la historia, entrevistó a los protagonistas y presentó el proceso como un caso puntual de evaluación social y participativa de una tecnología disruptiva. En 2018, TECLA publicó este caso en un estudio llamado Ciencias de la muerte: de Terminator a los Impulsores Genéticos. Uno de los objetivos de este documento era ayudar a las personas a comprender qué es la evaluación tecnológica; sólo que, en lugar de verlo como una persona sentada detrás de un escritorio que escribe un informe sobre un caso particular, el recuento y registro amplio que hizo TECLA de la historia de la controversia Terminator, demostró cómo diferentes personas y grupos eran capaces de unirse para evaluar, desafiar y finalmente derrotar una nueva tecnología altamente peligrosa a través de una variedad de estrategias. 

Evaluación de la estevia: una reflexión sobre perspectivas contrastantes

TECLA llevó a cabo un segundo proceso de evaluación de tecnología sobre la estevia, un edulcorante y sustituto del azúcar originario de Brasil y Paraguay, que ha sido utilizado como planta medicinal y producto básico por la industria de la biología sintética sin el consentimiento de los pueblos indígenas que lo utilizan y en cuyas tierras se encuentra. Entre otros impactos, el uso industrial de la estevia constituye un caso de biopiratería y junto con la apropiación cultural es un ejemplo de cómo las nuevas tecnologías emergentes impactan en la sociedad, los agricultores y las comunidades. Una prueba más de lo que ya se había reunido sobre los efectos negativos de los acuerdos mundiales de libre comercio en las comunidades de América Latina. Las organizaciones campesinas que forman parte de TECLA quisieron discutir los impactos del uso industrial de la estevia; TECLA brindó una plataforma y una oportunidad para evaluar sus amenazas.

En 2017, la asamblea de TECLA decidió evaluar la estevia en un tribunal popular, pero los agricultores de Paraguay que usan estevia con regularidad pensaron que era prematuro y eligieron una metodología diferente. El tema resultó ser más complejo de lo esperado debido a las diversas perspectivas sobre su uso. Algunas de las comunidades indígenas pensaban que uno de los principales desafíos era lograr que las empresas les pagaran a la hora de la distribución de utilidades, mientras que otras tenían una posición en contra de la privatización en su conjunto. Otra diferencia de perspectivas surgió entre los indígenas de Paraguay, que consideran sagrada la estevia, y los pequeños agricultores que respetan sus creencias pero la ven como una planta que se puede cultivar, ya que mucha gente en el país usa estevia y no la encuentra ya que sólo se recolecta en las áreas donde crece silvestre.

De hecho, en Paraguay la estevia tiene decenas de usos diferentes, incluso curativos, como sustancia saludable para el estómago e hígado y como remedio para la diabetes. Pero los indígenas de Paraguay pueden ofenderse con la idea de plantar estevia. Para ellos es parte de su cultura la recolección de la planta silvestre,  y no un producto para cultivar y vender en los mercados internacionales . Si bien están de acuerdo en que la estevia no debe ser tratada como una mercancía internacional, los campesinos agroecológicos en Paraguay consideran que plantar, procesar y vender estevia en Paraguay es una fuente digna de ingresos, y quieren hacerlo guiados por las comunidades indígenas que saben todo sobre la planta. Ven la plantación de estevia como un acto político de independencia y contra el robo histórico de recursos de los territorios latinoamericanos. En un aspecto diferente del problema, en África, donde la mayor parte de la estevia se cultiva para la exportación, los pequeños agricultores africanos están preocupados por la competencia de la estevia de biología sintética y el impacto en su capacidad para vender estevia como producto en los mercados internacionales.

TECLA finalmente decidió tener un foro sobre la estevia que reuniera estas perspectivas contrastantes. El pueblo Guaraní dio sus testimonios y conoció los usos de biología sintética en la estevia de diferentes investigadores con un análisis económico, y también pudo ver las perspectivas agroecológicas campesinas. La evaluación tecnológica, que aún no está completa, se convirtió en un proceso de reflexión sobre las diferentes formas de evaluar esta valiosa planta. 

TECLA hoy y en el futuro

La primera reunión de TECLA sobre nuevas tecnologías tuvo lugar en 2016 y las reuniones regionales tuvieron lugar posteriormente. Hoy TECLA cuenta con un comité internacional, un comité asesor de científicos y académicos y doce organizaciones miembros desde México hasta Argentina, que incluyen organizaciones campesinas, grupos de jóvenes y movimientos urbanos. La red goza de cierto prestigio por haber integrado delegados de los movimientos sociales y populares más relevantes de la región, así como destacados y reconocidos científicos y académicos críticos. Esto ha permitido a TECLA conseguir un apoyo considerable.

TECLA identificó cuatro áreas principales de trabajo. Una era desarrollar una definición epistemológica crítica y dinámica sobre ciencia y tecnología. El grupo presentó preguntas fundamentales como: ¿Qué es la tecnología? ¿Cuál es la diferencia entre ciencia y tecnología? ¿Es correcto decir que las tecnologías son neutrales? TECLA proporciona un espacio donde se exploran y responden estas preguntas. La segunda fue monitorear las nuevas tecnologías a través de un proceso de “revisión del horizonte”. Gran parte de este trabajo lo lleva a cabo el Grupo ETC, que luego informa a la red TECLA. La tercera área de trabajo es mapear quién está haciendo qué en tecnología y evaluación de tecnología, incluso en temas como energía nuclear, represas y otros. La última área de trabajo consiste en monitorear e informar a la sociedad civil sobre los avances en la gobernanza a nivel nacional, regional e internacional, como los foros de ciencia, tecnología e innovación de las Naciones Unidas.

TECLA se mantiene activa y conectada con sus miembros y redes con eventos regulares durante todo el año. En noviembre de 2019 la red realizó una conferencia y una tercera asamblea, junto con seminarios públicos enfocados a temas como las tecnologías digitales y sus impactos en América Latina; los impactos de la digitalización en el trabajo y otros aspectos sociales, ambientales y económicos, incluso los costos energéticos del cibercapitalismo.

Aún quedan algunos desafíos. Uno de ellos es que los miembros se apropien genuinamente de TECLA. Muchos grupos han asumido más responsabilidad desde 2018, después de la 2ª asamblea de TECLA. El desafío de mantener a TECLA unida en ausencia de financiamiento constante y personal remunerado es continuo. Otro desafío para TECLA es conectarse con grupos de habla no hispana en Latinoamérica y a nivel mundial. Hasta ahora la red ha producido materiales únicamente en español, separándola de los países del Caribe y de las redes anglófonas y francófonas. En el tiempo durante el cual ha estado activa, TECLA ha permitido que las personas comiencen a desarrollar reflexiones críticas sobre tecnología y ciencia, mientras siguen trabajando en los temas en los que ya están haciendo campaña. A largo plazo, TECLA planea tener una secretaría más fuerte, realizar otra evaluación sobre tecnología y agua, y sobre tecnologías digitales.